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Un homenaje a lxs trabajadorxs del hogar y el mantenimiento desde prácticas artísticas, el cine, la literatura...







Se necesita muchacha

Ana Gutiérrez
Libro de testimonios
Perú
1983
Para cerrar la brecha entre la escritura y el mantenimiento, en Se necesita muchacha de Ana Gutiérrez se encuentra un caso paradigmático. 

Este libro es la obra fundamental del Sindicato de Trabajadoras del Hogar del Cusco, en Perú, ya que recoge el testimonio de veintiséis de sus integrantes y se escribió como parte del proceso de conformación del sindicato.  

Es un trabajo testimonial, “La única diferencia entre las cintas [las grabaciones] y el texto radica en el cambio de los nombres y de algunos lugares. Esta diferencia no se debe sólo a la discreción, sino a la situación política de muchos países latinoamericanos que no permite que se identifique a ningún luchador” (94), establece la presentación firmada colectivamente por el sindicato. 

Por un lado, las trabajadoras cambian su nombre para evitar la vuelta de la violencia en manos de los patrones a los que acusan, y por otro para protegerse de la violencia política unificada en la región por el Plan Cóndor, diseñado por Henry Kissinger desde el Departamento de Estado de EE.UU. 

Ana Gutiérrez es, además de un nombre falso, la autora que sólo aparece en la portada. Fue hasta después de su publicación que se supo que la encargada de publicar este documento fue Cristina Goutet, asesora del sindicato. 

En la presentación las TdH también dicen: “Este libro es así el resultado de un trabajo colectivo: su autor es el Sindicato” (94).  Si con Berlin teníamos la experiencia directa de forma individual, en Se necesita muchacha la autoría es intencionalmente colectiva: “Para algunas de las que han contribuido a escribir este libro, ha sido muy difícil contar ciertas partes de sus vidas. Lo han hecho voluntariamente, conscientes del aporte que podía significar su testimonio para la formación de sus compañeras” (93).

Ellas comparten sus testimonios consientes de que es para ayudar a más compañeras con historias parecidas de abuso, violencia física y emocional, el destierro desde sus comunidades, pero también consientes de su lugar en la escala estructural del problema de la explotación. Desde una clara tradición marxista latinoamericana, siguiendo las ideas de José Carlos Mariátegui: “La trabajadora del hogar es hija de campesinos como ya se ha dicho, pero también es posiblemente hermana o futura esposa del obrero. Su ubicación como bisagra entre el campo y la ciudad hace de ella un elemento importante dentro de la lucha de la clase trabajadora” (92).  

En Se necesita muchacha se reúnen las estrategias narrativas analizadas con anterioridad. Los relatos se encuentran en la primera persona de las TdH, la distancia entre su voz como trabajadoras y como narradoras se anula. Sus protagonistas expanden esa otra semántica femenina de la que habla Laura Borrás. Tiene una vocación transformativa. Cada una de sus historias habla del lugar de invisibilidad desde el cual surge su voz. Debaten los lugares comunes que estructuran su discriminación, y al tiempo defienden su ocupación como un trabajo merecedor de todos los derechos, lo dignifican. Es un texto polifónico, que logra la autorrepresentación pero no por ello invalida la experiencia de otras trabajadoras, al contrario, llama a que sus historias le sirvan a otras. Todas las operaciones presentes en Se necesita muchacha son las que aparecen cada que una TdH toma la palabra como parte de sus organizaciones. Los testimonios, historias de vida, discursos y declaraciones de las trabajadoras del Sinactraho y la NDWA recurren a estas estrategias narrativas constantemente.